La vida es como ir en bicicleta

La vida es como ir en bicicleta
Tenía dos opciones: tener miedo, pensar en el peligro y aborrecer las calles con su tráfico o tener el coraje de conocer el mundo a través de la bicicleta.

Aprendí a montar bicicleta, o al menos a no caerme, a los 18 años; me enseñó Carlitos, mi novio de aquel entonces, en el Parque de los Mártires. La sensación de libertad y alegría de pedalear sola fue increíble. De niña mis padres no me permitieron montarla, siempre temían que me ocurriera lo mismo que a mi hermano.

Mis padres me contaron que aun sin haber cumplido 14 años, se escapó en bicicleta hasta el aeropuerto a 20 km de casa. Luego se enteraron y le dieron tremendo regaño. Su esencia era libre, feliz, hizo en 14 años una Vida. Dejó muchas alegrías, obras de arte y un profundo despertar de conciencia en muchos sentidos. Era un niño muy talentoso en todo lo que hacía. Era artista, pintor, actor, comediante, le gustaba la numismática, se inventaba cualquier negocio para tener su independencia económica y tenía una bicicleta, su compañera de viaje, con la que recorrió media Habana, por supuesto, a escondidas de mis padres.

En cambio, yo tuve mi primera experiencia en las calles hace no mucho tiempo en la “Vuelta de Noche”, que organiza Citykleta. Me invitó mi amigo Bryan. Yo tenía temor, claro, pero el ir acompañada me dio seguridad en el caos de la ciudad. Fue tanta la alegría y emoción que sentí cuando estaba en la bicicleta, que más tarde se convirtió en una de mis pasiones y un poco después en mi modo de vida.

No tenía bicicleta propia, pero trabajar en la Habana Vieja me permitió usar las bicis públicas Ha’Bici. Hacía gestiones y me las inventaba para salir en bici. Daba vueltas para conocer las calles, que en bicicleta se perciben y viven de una manera completamente diferente. Lo mantuve en secreto y por algún tiempo no le dije a mis padres para no darles un disgusto.

Pensaba que solo tendría bicicleta cuando estuviera lejos de casa. Pero un día mi amiga Romane, de Francia, estaba por viajar y dejaba su bicicleta en Cuba. Era una bicicleta italiana del año 59 llamada Chantal. Desde entonces dejé de tomar el transporte público y aunque me gustaba mucho caminar, comencé a utilizarla en mi vida cotidiana. Iba al trabajo pedaleando 16 kilómetros cada día.

La velocidad del mundo era otra desde la bici. Comencé a descubrir independencia mientras me empoderaba por las calles de mi Habana. ¡Cuántas cosas hay que tener en cuenta para ir en bici! Conseguir casco, luces, timbre, candado, cuidar a los peatones, buscar un sitio seguro donde dejarla. Hasta ese momento no conocía el significado de ir bicicleta.

Al comienzo, como ciclista urbana, me sentía muy vulnerable. Sentía que los vehículos motorizados son los dueños de las calles por su caótica manera de conducir. No respetan a los ciclistas y creo que es aún peor siendo mujer. Es inusual en una sociedad patriarcal verla a una ir en bicicleta vestida elegante y profesional parar como un “auto” más en el semáforo.

Estuve con Chantal un mes hasta que mi amiga Irma me regaló su bici porque se había comprado una nueva. Me iba bien temprano al trabajo y volvía en la noche. Bicicleteaba extremadamente atenta, sin música, sin pensar en nada, era mi mayor momento de presencia y rezándole a todos los santos por volver sana y salva a casa, donde mis padres me esperaban preocupados y con esa especial sonrisa de alivio al verme llegar.

Era un día común, cuando en 21 y 4, una zona poco transitada del Vedado, mi hermano iba en bicicleta. Él tenía la preferencia vial, pero un camión se llevó la señal de Pare de la calle transversal. Escribir sobre su partida es un acto de mucho valor para mí, yo era una niña de 6 años y no fui consciente de lo sucedido.

Paseando en los alrededores de Abrazzo, Italia
Jennifer pasea en los alrededores de Abruzzo, Italia

“La vida es como andar en bicicleta. Para mantener tu balance debes seguír avanzando.”

Albert Einstein

Yo tenía dos opciones: o tener miedo, pensar que la bicicleta fue la causa de lo ocurrido, aborrecer las calles y el tráfico, o tener el coraje de conocer el mundo a través de mis propias vivencias y ser tan libre como mi hermano lo fue; cambiando mi ciudad con cada pedaleo y con el sueño de que un día la bicicleta ocupe el mismo valor de quien la monta.

7 comentarios

  1. Yo soy muy amante de la bicicleta, pero mi pánico desde aquel día, nunca se me ha quitado, solo voy alrrededor de casa y he optado por el patinete, el normal, no el eléctrico.
    Tienes mucho valor. Un beso.

  2. Jennyyyy que linda historia me encanta, pues díganmelo ami que la vi nacer y convivimos juntas si family y yo al igual que mi hija patricia 🥰😘

  3. Hola Jenny .. Feliz de leer tus vivencias..Sobre lo ocurrido a tú hermano.. que siempre recordaremos como aquel increíble niño capaz de ser gentil con todos nosotros tus antiguos vecinos.. A ti .. Hermosa!!.. tambien capaz de mostrar tu cariño e inteligencia.. Se libre, se Feliz.. Disfruta cada proyecto.. Un Abrazo
    Amarilis..

  4. Brillante. No puede ser de otro modo. Quienes te conocemos sabemos que la historia de tu vida es como andar en bici, no se permite pedalear hacia atrás, solo hacia el frente. Desprendes luz a donde vayas, no necesitas iluminación en la bicicleta.

  5. Me encanta cuando veo a alguien decidir adoptar la bici como estilo de vida. Una pena lo sucedido a tu hermano, pero fuiste muy valiente al enfrentar tus miedos. Tu ejemplo puede inspirar a much@s que hoy sientan temor de andar en bici por las calles de La Habana.

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